¿De qué vamos?

Estamos en segundo de bachillerato de la asignatura creada en marzo de 2020: “nuevas formas de trabajo”, y en breve toca el examen. ¿Hemos aprendido a lo largo de este último año y medio? ¿Tenemos claro que no “volveremos a la normalidad”, sino a algo nuevo? Desde ayao no somos “videntes”, pero recopilamos información de muchas personas y de muchos lugares y queremos que este momento se aproveche…

Artículo de Pachi Fernández publicado en la revista de julio 2021 del Observatorio de Recursos Humanos (enlace a la revista

Me viene a la cabeza la viñeta de Quino en la que uno de sus personajes mira un cartel en el que dice que “en este momento usted se encuentra exactamente aquí” con una flecha apuntando al suelo. Toda la razón del mundo con un aporte de valor nulo.

La tendencia a que el muelle vuelva a su estado inicial siempre está ahí y si no se hace nada al respecto, la búsqueda de la zona de confort es inexorable. Volvemos a caer en las rutinas conocidas y que nos generan pocos dolores de cabeza, o por lo menos, ya conocidos.

También hay que tener en cuenta que, como llevamos diciendo desde hace muchos años, los cambios en los comportamientos, en las formas de hacer, no son, ni mucho menos, inmediatos. Parece que ya se va entendiendo que las inercias en este ámbito son muy grandes y que la consistencia en la implantación de “eso nuevo” tiene que ser machacona. Gota malaya, una y otra vez por la vía formal y por la informal.

Ahora bien, respecto al teletrabajo, estamos en el mes diecisiete desde que nos confinaron allá por marzo del 2020. Ya empieza a conformarse una duración relevante de la cual, en algunos casos, ya estamos viendo que el aprendizaje va a ser lo justo. Sinceramente, estoy harto de la terminología “vuelta a la normalidad” y similares. Lo pasado, pasó, y no tenemos ni idea de qué va a ocurrir. Me acuerdo de que respecto a la carga de trabajo también hablábamos de esto hace ya unos años. “Cuando se pase este pico de trabajo y vuelva a la situación habitual…”. Y el tiempo pasaba y esas personas vivían con la eterna desilusión de no recuperar el pasado y de no entender que la situación era otra, la “normal”.

Hay una enorme cantidad de organizaciones que están pensando en que el hoy es temporal y que llegará de nuevo el pasado para estabilizar y retomar los hábitos pasados. Ni es así, ni lo va a ser para empresas que quieran sobrevivir. Como siempre, hay algunas que han aprovechado todo este tiempo para mejorar y evolucionar y otras que se han dedicado a hacer lo justito para no morir con la firme convicción de que esto es temporal cuando lo que está siendo es una oportunidad para dar un salto cualitativo en la forma de entender la realidad.

Con la llegada del verano vuelve la EVAU o la EBAU y las risas y alegrías y el llanto y crujir de dientes. Seguro que más cerca o más lejos tenemos hijos, sobrinas, conocidos, familiares sobre los que planea la alargada sombra de esta prueba. Y llegan los resultados que condicionan muchos futuros de hijos y de padres. Normalmente, los que han ido muy bien durante el Bachillerato, no tienen problemas. No tienen problemas para hacer una carrera universitaria, pero puede que no la que tenían en la cabeza. Por una décima, por dos décimas. Los demás, ni te cuento. Repercusiones sobre el desembolso familiar para los siguientes años, lugar de residencia del estudiante, desilusión del entorno y propia porque no es lo que quería… Pues hay empresas que están en la misma situación.

Ya estamos como sociedad en el segundo curso escolar de esta asignatura y seguimos viendo como va a llegar el momento de la evaluación y va a haber tremendos tortazos. Igual que esos estudiantes que no veían porqué era necesario estudiar tanto, porqué era necesario dedicarle tanto tiempo, porqué era necesario preparar la forma de abordar la prueba final. Iban a por el 11 y se han quedado en el 9. Ya no pilotas tu futuro. Ir por el 13,5 era de locos y tener que trabajar demasiado.

No puede ser que hayamos aprendido tan poco en tanto tiempo. No hay más ciego que el que no quiere ver. Se ha producido una fractura en el sistema anterior y por esa grieta se está creando una nueva realidad.”

En España, la estructura tecnológica ha soportado de manera muy eficiente las necesidades que se han planteado durante este periodo. Las comunicaciones han sido posibles a través de las diferentes herramientas tecnológicas disponibles que han evolucionado de manera notable, adaptándose a los requerimientos técnicos y a las demandas de los usuarios. Una excusa menos.

La presencialidad se ha visto que incluso en ocupaciones muy ligadas al espacio físico, no ha sido un impedimento para los que han pensado un poco más allá de “esto se acabó porque es imposible realizarlo de otra forma”. Han surgido nuevas profesiones y maneras de orientarse al cliente, al proveedor, al usuario sin grandes innovaciones tecnológicas. Eso sí, siempre y cuando no nos quisiésemos encerrar en el lloro y queja constante de nuestra torre del apesadumbramiento. Otra excusa menos.

La legislación, como siempre, hace lo que puede. Normalmente con poco criterio, con visión cortoplacista y mediatizada por presiones de entornos que quieren dar marcha atrás en el tiempo, volver a lo anterior. No va a ser así, y la realidad se impondrá, una vez más después de que más de uno caiga por el camino. Tanto empresas como políticos. Mientras tanto, se buscará la forma dentro del marco legal existente para competir en un entorno cada vez más incierto y complejo. Unos se aferrarán a la normativa de forma estricta e inamovible, otros flexibilizarán sus marcos de funcionamiento para que todas las partes ganen a largo plazo y para ir abriendo camino a base de probar y mostrar los resultados.

Aún y así, los planteamientos que se escuchan son, como diría mi abuela, de aurora boreal. No puede ser que hayamos aprendido tan poco en tanto tiempo. No hay más ciego que el que no quiere ver. Se ha producido una fractura en el sistema anterior y por esa grieta se está creando una nueva realidad. Ahora es cuando se escucha la voz de los Supertacañones desalentando a cualquier atisbo de disrupción sobre lo que estaba. Se apelará a lo transitorio y se invocará a la capacidad del sellado total de esa perturbación pasajera. La vacuna y campana y se acabó. Plumas y alquitrán para el que ose despertar conciencias.

Ni es la primera vez, ni será la última. Y lo tenemos muy cerquita, la crisis financiera del 2008. Hubo personas y entidades que lo vieron, y lo dijeron. Advirtieron con datos y se les tachó de ignorantes. ¿Cómo iban a tener más criterio que los órganos de regulación competentes, que los líderes de las principales entidades bancarias, que las empresas soportadas por esas entidades? ¿Quiénes eran los que indicaban que la realidad tal y como la conocíamos iba a desaparecer, que iba a cambiar de forma tan radical, que con lo que se había construido y soportado no era correcto? Si tan tremendas se proponían las consecuencias, ¿cómo es que las señales no eran vistas por todo el mundo de forma mucho más evidente? Locos, ignorantes, generadores de miedo gratuito, aprovechados de la situación.

Nuestra misión es la de mejorar la sociedad con los medios a nuestro alcance. Analizamos, investigamos, comparamos. Tenemos la suerte de poder hablar con muchas personas que dirigen organizaciones y de contrastar lo que escuchamos. Podemos ver cómo impactan determinadas acciones en diferentes tipos de empresas. Compartimos información con académicos y colegas de diferentes partes del mundo y vemos qué funciona y qué no. No tenemos una bola de cristal, tenemos conocimiento acumulado y la creencia de que nuestras organizaciones pueden evolucionar para ser más humanas.

Más allá de los palabros de moda, que también nos apuntan lo que se está cociendo como resiliencia, propósito, agilidad o flexibilidad, hay tendencias que nos dirigen a un entorno más adaptado a nosotros, a nosotras. Estructuras organizativas teal, capitalismo social, “freelancización”, movimiento YOLO, cooperación transformacional, transición sostenible,… Elementos que se tienen que reflejar inequívocamente en las organizaciones. En todas.

Estamos en segundo de bachillerato de esta asignatura, ya ha pasado un curso y nos gustaría que se hiciese una reflexión profunda de la situación. O llegará el examen final y se apelará a la suerte de otros y a la mentira de que hicimos muchas cosas y que no sirvieron de nada.

Nuestra misión es la de mejorar la sociedad con los medios a nuestro alcance. Analizamos, investigamos, comparamos. […] No tenemos una bola de cristal, tenemos conocimiento acumulado y la creencia de que nuestras organizaciones pueden evolucionar para ser más humanas.”